Lo de llenar de corazones y de figuras de color rojo pasión, los escaparates de las tiendas y nuestras pantallas de televisión, viene de una tradición anglosajona que se ha ido esparciendo a lo largo del siglo XX. Ayer fue catorce de Febrero, el día del amor, un día donde las parejas de enamorados se demuestran su amor y su cariño, mediante la compra de regalos; como flores, ropa interior (con la intención de ser quitada después, evidentemente) y cajas de bombones envueltas con lazos rojos. Ayer fue catorce de Febrero, y hoy tenemos resaca.
Generalizo hablando en primera persona del plural y sin embargo soy consciente de que no se debe universalizar nunca, y que solo podemos disfrutar de la resaca aquellos a quienes el rojo pasión de los escaparates nos produce dolor de cabeza.
Como es habitual al entrar en un estado resacoso, la cabeza da vueltas y el cuerpo se convierte en un saco pesado imposible de mover. En este estado es muy fácil divagar. Es así como me viene a la mente el libro del filósofo alemán Erich Fromm: El arte de amar. En esta obra Fromm parte de la premisa de que el amor no es un fenómeno accidental y mecánico que simplemente se "experimenta"; sino que es, por lo contrario, un arte; algo que requiere de un aprendizaje. Y para ello se debe proceder de la misma manera en que aprendemos cualquier otro arte: música, pintura, carpintería. Es decir, tocando un instrumento, pintando cuadros, cortando madera; amando. Para Fromm el problema del amor no es el de un objetivo (que debe "encontrarse"), sino el de una facultad (que debe crearse y ser desarrollada).
Como es habitual al entrar en un estado resacoso, la cabeza da vueltas y el cuerpo se convierte en un saco pesado imposible de mover. En este estado es muy fácil divagar. Es así como me viene a la mente el libro del filósofo alemán Erich Fromm: El arte de amar. En esta obra Fromm parte de la premisa de que el amor no es un fenómeno accidental y mecánico que simplemente se "experimenta"; sino que es, por lo contrario, un arte; algo que requiere de un aprendizaje. Y para ello se debe proceder de la misma manera en que aprendemos cualquier otro arte: música, pintura, carpintería. Es decir, tocando un instrumento, pintando cuadros, cortando madera; amando. Para Fromm el problema del amor no es el de un objetivo (que debe "encontrarse"), sino el de una facultad (que debe crearse y ser desarrollada).
Es ahí donde comienza su fuerte crítica hacía la sociedad actual: "El ser humano se ha convertido en 'ocho horas de trabajo'. Tiene muy poca iniciativa, sus tareas están prescritas por la organización del trabajo. Aún los sentimientos están prescritos. Todos obedecen las mismas órdenes, y no obstante, todos están convencidos de que siguen sus propios deseos." Dice que así como la moderna producción en masa requiere la estandarización de los productos, así el proceso social requiere la estandarización del hombre. Su teoría se fundamenta en la natural huida del ser humano de querer dejar de estar solo, es así como nace la necesidad profunda de buscar al otro, de compartir. Pero en nuestra sociedad actual, estamos acostumbrados a la inmediatez, a tenerlo todo al instante, gracias a los avances tecnológicos la sociedad ha evolucionado y ahora tenemos el mundo a un solo clic. Además creemos que el mundo nos pertenece y la supremacía de la raza humana está bien arraigada. Es así como nos hemos acostumbrado a recibir. Erich Fromm focaliza su teoría en el dar: "El carácter mercantil está dispuesto a dar, pero sólo a cambio de recibir; para él, dar sin recibir significa una estafa." Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar, no en la propia capacidad de amar.
Erich Fromm afirma que la paradoja está en que "mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor real aunque habitualmente inconsciente, es el de amar". Para él, el amor maduro significa la unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad: se trata de un poder activo que está en el hombre, un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y separatidad, y no obstante, le permite ser él mismo, mantener su integridad: "En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y no obstante, deben de seguir siendo dos." Según Fromm la única manera de amar y de ser amado es partir de la base de la libertad de cada uno, de conseguir ser libres en ese territorio compartido. Es decir , algo que se podría explicar también parafraseando las palabras que dijo el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su discurso en agradecimiento por recibir el premio Stig Dagerman en el año 2010: "ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos".
L.
L.