Carlota Miranda terminó sus estudios de ingeniería y llena de inquietudes, se marchó a Londres en busca de vivir nuevas experiencias y de aprender bien un idioma diferente.
Se fue con 22 años, motivada por la ambición de vivir un cambio, un aire diferente. Pero a los 4 meses se dio cuenta de que algo no estaba marchando bien, de que ése no era el camino que quería seguir, de que aquella no era la dirección en la que quería ir. Es por eso que con un inmenso halo de ganas y de mucha ilusión, Carlota decidió dejarlo todo y marcharse a vivir a Marruecos.
Hoy con sus 24 años, Carlota Miranda tiene una fortaleza y una energía que sin duda, la convierten en una persona especial. Las siguientes palabras y fotografías son cedidas por ella, de su blog No es nada personal. Esperemos que su historia os enriquezca tanto como nos ha enriquecido a nosotros.
Se fue con 22 años, motivada por la ambición de vivir un cambio, un aire diferente. Pero a los 4 meses se dio cuenta de que algo no estaba marchando bien, de que ése no era el camino que quería seguir, de que aquella no era la dirección en la que quería ir. Es por eso que con un inmenso halo de ganas y de mucha ilusión, Carlota decidió dejarlo todo y marcharse a vivir a Marruecos.
Hoy con sus 24 años, Carlota Miranda tiene una fortaleza y una energía que sin duda, la convierten en una persona especial. Las siguientes palabras y fotografías son cedidas por ella, de su blog No es nada personal. Esperemos que su historia os enriquezca tanto como nos ha enriquecido a nosotros.
MARRUECOS TE DA, TODO LO QUE EL TIEMPO TE ROBA
"En nuestro primer viaje a Marruecos en 2010 no teníamos ningún plan, ninguna reserva, ninguna atadura. Sólo contábamos con un billete de ida y un billete de vuelta. Todo lo demás estaba por decidir y aquella aventura nos cambió la vida. Era nuestra primera noche en el Magreb y estábamos en un barrio humilde de Fez, en pleno Ramadán, rompiendo el ayuno con personas a las que no conocíamos de nada pero que se portaron con nosotras y nos acogieron en su casa como si fuéramos de su familia. No hablábamos el mismo idioma, pero la comunicación era evidente. Pocas horas antes estábamos en España y en aquel momento nos sentíamos tan lejos y a la vez tan cerca... Era otro mundo, otra realidad. Sentí que llevaba muchos años perdiéndome en lugares en los que nunca me hubiera encontrado y que era la persona más afortunada del mundo por poder estar disfrutando de todo aquello.
Cuando íbamos en el autobús rumbo a Casablanca recuerdo que las tres estábamos calladas, mirando por la ventana y pensando en todo lo que habíamos vivido en tan poco tiempo. No dejábamos de darle vueltas a la cantidad de información que estábamos recibiendo y que, poco a poco, iba calando en nosotras. No podía ser real; días antes no sabíamos prácticamente nada de Marruecos y después de tres días allí parecía que nunca habíamos estado en ningún otro sitio.
Como digo, aquel viaje marcó un antes y un después y en poco más de dos años volví cinco veces. Una de ellas durante casi un mes. Marruecos sacude la vida de todo aquel que viaja con la mente abierta y con ganas de ser mejor persona. Es una bomba para tus sentidos; música para tus ojos y paisaje para tus oídos. Un lugar mágico que te rompe los esquemas y te enseña que todo lo que habías aprendido antes era mentira. Un país honesto, hospitalario, tranquilo y lleno de vida. De mucha vida. Un sitio que no merece ser juzgado, sino conocido, respetado y, en la medida de lo posible, entendido.
Como digo, aquel viaje marcó un antes y un después y en poco más de dos años volví cinco veces. Una de ellas durante casi un mes. Marruecos sacude la vida de todo aquel que viaja con la mente abierta y con ganas de ser mejor persona. Es una bomba para tus sentidos; música para tus ojos y paisaje para tus oídos. Un lugar mágico que te rompe los esquemas y te enseña que todo lo que habías aprendido antes era mentira. Un país honesto, hospitalario, tranquilo y lleno de vida. De mucha vida. Un sitio que no merece ser juzgado, sino conocido, respetado y, en la medida de lo posible, entendido.
Quiero creer que la mayoría de los que lo visitan son personas tolerantes, sensatas y con capacidad de analizar y evaluar antes de criticar. Los que visitan Marruecos como viajeros, y no como turistas, son los más afortunados porque son capaces de aprender de todo aquello que un lugar así puede ofrecer, un lugar que hay que vivirlo desde dentro para poder comprenderlo. Viajeros que vuelven una y otra vez para seguir empapándose de tantos olores, tantos sabores, tantas tradiciones, tanta humildad, tanta magia, tanta amabilidad, tantas costumbres y tanto encanto. Para seguir aprendiendo de cada sensación, de cada vivencia, de cada conversación. Personas aventureras con la mochila llena de ilusión e inquietudes; vacía de prejuicios, tabúes y desconfianza.
Por desgracia, no son ellos los únicos que bajan al moro. Hay gran cantidad de turistas que no saben valorar lo que tienen ante ellos y mucho menos son capaces de asimilar y convivir con lo que les rodea. Personas que al volver a casa hablan maravillas de Marruecos pero nunca se sentarían a comer con un marroquí. Personas desconfiadas que lo malentienden todo, cuando es precisamente la gente de Marruecos la que tiene suficientes motivos para desconfiar de tantos blanquitos que miran por encima del hombro a aquellos que luchan cada día por vivir con dignidad, como si les debieran algo. Personas que van a Marruecos como el que va a un teatro, o a un circo. Pagando una pasta para quedarse en el palco. Son meros espectadores que viajan con la intención de observarlo desde fuera, siempre desde la barrera. Para criticarlo todo desde el punto de vista occidental y para tomarse las cosas como algo personal. Es difícil entender que otras formas de vida son posibles y viajar a Marruecos para quedarse detrás de la cámara es muy triste. Y muy, muy injusto.
Nuestro país vecino, con el que tantas cosas tenemos en común, es un gran desconocido. Pero, al contrario de lo que muchos parecen creer, no es un teatro. Es un ejemplo claro de las enormes injusticias que se cometen a muy pocas olas de España. Es un abuso constante que obliga a la gente más humilde a luchar a diario por ser el protagonista de su vida. Es un guión escrito por las mismas manos que lo manejan todo, con ayuda de Europa. Y es que no se nos puede olvidar que África es el pecado de Europa y que, de alguna manera, somos partícipes de lo que está ocurriendo, de lo que están sufriendo muchas personas que sólo quieren su parte del pastel. Una obra inacabada que no necesita más verdades a medias ni secretos mal contados. Una historia llena de matices, en constante evolución. Una evolución lenta, siempre fiel a sus principios más básicos, pero posible.
Nuestro país vecino, con el que tantas cosas tenemos en común, es un gran desconocido. Pero, al contrario de lo que muchos parecen creer, no es un teatro. Es un ejemplo claro de las enormes injusticias que se cometen a muy pocas olas de España. Es un abuso constante que obliga a la gente más humilde a luchar a diario por ser el protagonista de su vida. Es un guión escrito por las mismas manos que lo manejan todo, con ayuda de Europa. Y es que no se nos puede olvidar que África es el pecado de Europa y que, de alguna manera, somos partícipes de lo que está ocurriendo, de lo que están sufriendo muchas personas que sólo quieren su parte del pastel. Una obra inacabada que no necesita más verdades a medias ni secretos mal contados. Una historia llena de matices, en constante evolución. Una evolución lenta, siempre fiel a sus principios más básicos, pero posible.
Posible si tú, yo, tu gente y mi gente somos capaces de hacer que esas injusticias sean cada vez más pequeñas. De dar voz a tantas personas que deben ser escuchadas. De ver que la verdad está en los ojos del que mira. De tomar conciencia y darnos cuenta de que nuestra realidad no es la realidad del mundo. De exigir respeto sólo si se tiene intención de respetar. De defender únicamente lo que hemos vivido y no lo que nos han contado. De aprender a ser valiente siendo prudente. De interiorizar todo lo que Marruecos nos ha enseñado. Un país que te traspasa y te deja huella. Y si no lo hace es que ya no estás vivo, amego..."
Si quieres seguir de cerca la historia de Carlota, pincha en su blog: No es nada personal.
Si quieres seguir de cerca la historia de Carlota, pincha en su blog: No es nada personal.